Por: Laura Oliboni (Nivel A2)
Siempre tuve miedo de viajar sola, pero, por mis cumpleaños, decidí quedarme en una isla privativa en el Caribe. “Si me quedo completamente sola, estaré segura”, pensé.
Llegué en barco la mañana de mi cumpleaños. Jarvis, dueño del barco y de la isla, me presentó la ubicación del camping y volvió a la ciudad.
El día fue perfecto, un paraíso. Conocí la isla, las paisages, los puntos de turismo. nunca estuve tan feliz.
Nadie me preparó para el que vendría por la noche.
Cuando escuché el primer sonido, pensé que era solamente un sueño, pero los gritos humanos son demasiado distintos para eso.
En ese momento, deseé haber llevado algo para protegerme, como me había aconsejado mi madre. Llamé a Jarvis. Al mismo tiempo, un otro grito en la noche, más cerca ahora.
“Ah, entonces los ha encontrado”, dice Jarvis, en el teléfono.
“¿Qué dices?”. Casi lloraba.
“Pasará por la prueba, ahora. No puedo ayudarla”.
“¡No comprendo! ¿Qué prueba? ¿Quiénes son ellos?”
El río.
“No lo sé, nadie sobrevivió. Pero es divertido verlos intentar, casi tanto como ver los restos, por la mañana!”
Apagó el teléfono.
Los gritos estaban muy cerca.
Ellos llegaron.
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