Por: Felipe Vasconcelos (Nivel B1)
Dormir es una de las partes más importantes del día y tener o no una buena noche de sueño puede muy bien cambiar la forma en que va a ser el resto del día. Aun siendo el pilar de nuestro día a día, muchos no conocen todas las ventajas de él y no saben por qué ciertas cosas ocurren con sus cuerpos, que muchas veces son consecuencia del mal sueño.
Las principales ventajas son: la regulación del peso, por gestionar las hormonas del apetito; la regulación de los niveles de azúcar en la sangre; ayuda a recordar mejor la información y mejora la memoria; aumenta la inmunidad del cuerpo; recuperación de los músculos; mejora la atención y la concentración; y permite la regeneración de la piel durante la noche.
“Una noche de sueño adecuada es fundamental para mantener una buena salud tanto física como mental”.
Sin embargo, dormir no es solo bueno por la noche. Aunque, si no se hace bien, puede ser malo. La siesta puede ser una práctica auxiliar al sueño nocturno, especialmente cuando el día ha sido demasiado cansador para que solo el sueño nocturno sea suficiente.
La siesta, para los que no la conocen, es la práctica de dormir algunos minutos en medio del trabajo, como una forma de descansar nuestro cerebro. Sin embargo, muchos piensan que esta es la única razón para ello.
Para los que no saben, las ventajas son: la reducción del estrés, la mejora del ánimo, la disminución de la fatiga, el incremento del rendimiento cognitivo, el aumento de la creatividad, la reducción de la presión arterial y la mejora de la salud cardiovascular.
Pero también puede haber desventajas si no se hace de la forma adecuada, como la reducción del sueño nocturno y la somnolencia durante el día.
En general, la siesta es una forma de mejorar el rendimiento muy funcional que, además de ayudar al trabajador a pasar el día, no molesta el sueño nocturno.
Un buen ejemplo de la funcionalidad de la siesta es Argentina, donde esta práctica es cotidiana. Tomando una pequeña parte de la tarde, los trabajadores consiguen pasar el día con mucha más facilidad a cambio de 30 minutos de descanso.
Yo también practico la siesta en los días que estoy demasiado cansado, y me ayuda a realizar mis actividades diarias, usando solo de 20 a 30 minutos después del almuerzo.
Por este motivo reconocer la importancia del sueño, tanto nocturno como las siestas, nos permite adoptar hábitos que promuevan nuestra salud física y mental. El sueño adecuado es vital para un estilo de vida equilibrado. Practicar tanto el descanso nocturno como las siestas de manera consciente y adecuada puede hacer la diferencia en nuestra calidad de vida, contribuyendo a un mayor bienestar y rendimiento en nuestras actividades.
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